
Profeta judio Isaías (S. VIII a. C). Miniatura de la pena de tortura para el profeta Isaías, que murió aserrado (partido) durante la persecución provocada por el rey Manasés. Museo Condé. Castillo de Chantilly. Francia.
Isaías, fue aserrado por la mitad por predicar la palabra.
Juan arrojado a una sartén de aceite hirviendo.
Pedro crucificado boca abajo.
Esteban apedreado.
Paulo decapitó y así sucesivamente…
Recordando que familias enteras fueron arrojadas al Coliseo por leones hambrientos porque no negaron el nombre de Cristo. Fueron comidos vivos mientras una audiencia miraba y aplaudía.
Aun abundan los dogmatizados respecto a ciertos “sacramentos“, que de sacros tienen muy poco o nada.
Uno de ellos es la famosa “confesión“, en la que entras en una caseta y del otro lado hay un “representante de dios” al que le cuentas tus “pecados“, esperando la absolución a cambio de unos cuantos rezos.
Ciertamente, muchos salen de la referida caseta mucho más “ligeros” creyendo en su ignorancia que han soslayado las leyes de causa y efecto. Nada más falso y equivocado.
Al respecto, es menester aclarar algunas ideas. En primer lugar, ¿de verdad crees que Dios necesita un intermediario para saber lo que hiciste? Pregúntate también con mucha consciencia si ese Dios al que pretendes “acercarte” realmente sea tan rencoroso y vengativo que necesita que le pidas “perdón“.
¿No será que es tu sentimiento de culpa el que pretendes calmar entrando en dicha caseta?
Dios no tiene nada que “perdonarte“. Si no fuera así pues simplemente no tendrías libre albedrío y, de esta forma, estarías obligado a hacer siempre el “bien“. ¿Y qué sucede con aquéllos que quieren hacer el “mal“? ¿No será que así aprendemos y comprendemos la mencionada ley de causa y efecto haciéndonos cada vez más responsables y conscientes de lo que hacemos, decimos y/o pensamos?
Entonces, ¿cómo privarnos de dicho conocimiento a nosotros mismos? Únicamente si estamos sometidos a un temor reverencial, que solamente cabe en la mente de aquél que aún no ha entendido a cabalidad cómo funcionan las reglas en la creación demiúrgica.
¿No me dejes caer en la tentación? Y si no caigo, ¿cómo podré saber diferenciar lo que es “bueno” y “malo“? He ahí que encontramos el verdadero fruto que se le prohibió comer al animal tricerebrado mal llamado “hombre“.
Lamentablemente, una vez que salimos de la programación religiosa entramos en una trampa aún mucho peor por su sutileza, la mal entendida ley del karma. Así, simplemente sustituimos palabras, pecado por karma, dios vengativo por ley divina, etc., ahondando aún más en nuestra ignorancia y, por tanto, en el sufrimiento.
No podemos negar la existencia de la causalidad; sin embargo, resulta de vital relevancia darnos cuenta de que todo efecto es simplemente el fruto de una semilla que planté. A medida que lo logramos surge de manera absolutamente natural la acción lacónica del Ser, la cual está por encima del bien o del mal.
Recomiendo investigar un poco sobre los orígenes del pseudo sacramento llamado “confesión” para evidenciar que el mismo fue creado exprofesamente por la “santa” iglesia católica para develar secretos y desenmascarar a sus enemigos y detractores para someterlos a su infame poder.
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macuillitochtli
Profesor de Tiempo Completo e Investigador de la Universidad Autónoma de Nayarit (PRODEP). Experiencia en la Informática y Estadística, Tecnología Educativa y en las Ciencias Naturales y Biopsicosociales. Microsoft Partner (Microsoft 365). Estudios de los idiomas Inglés y Francés. Hobbies: Leer, jugar ajedrez y en algunas ocasiones (según el tiempo libre) jugar en PC (abernes), Xbox (abernesXbox360), Playstation (abernesPSIII) o Nintendo (abernes).