Ya definimos el corazón como lo mejor del ser humano. Mi amigo quería que lo imaginara como un espacio en dónde poder concebir el alma, la conciencia y la verdadera inteligencia. Los sabios de la India lo llamaban Antarkarana. *
La conciencia es el puente que conectaría con el alma. Cit* es la palabra sanscrita para la conciencia, o inteligencia universal. Pero había otra palabra para referirse a la mente, Citta*. Había que imaginarse un conjunto, o un espacio en dónde se proyectasen los pensamientos. Citta, por tanto, era el conjunto en dónde se producían los procesos mentales de toda índole, la percepción, el pensamiento, la conciencia, la memoria y la imaginación. Según los antiguos sabios, estaría alimentada por las tres facultades: pensamiento (manas) intelecto (buddhi) y ego (ahamkāra).
Respecto al intelecto, Buddhi, es el conocimiento decisivo determinado por la acción y la experiencia. Mientras que Manas recoge y recopila información a través de su percepción. Estaríamos hablando de dos aspectos del pensamiento en ese conjunto mental. Manas, es la parte que considera, cree y visiona, lo que vendría a ser el intelecto paciente. Y en el otro aspecto de la mente, se encontraría Buddhi, que experimenta, crea e imagina, lo que Aristóteles llamaría intelecto activo.
Pero, todo eso en la actualidad lo llamaremos mente. Porque esas dos partes de la mente forman y fortalecen una tercera que es la mentalidad, o lo que solemos denominar Ego.
Para mi amigo el Espíritu era el Ego. Siempre quería diferenciar alma y espíritu. El alma era femenina y el espíritu masculino. El alma era natural, y el espíritu mental. Redundaba en ese aspecto diferenciador. Sin embargo, reconocía que la tradición no se lo había puesto fácil. Existía mucha confusión de términos. Era evidente que Alma y Âtman* estaban muy cerca. Etimológicamente compartían aliento y parecían emparentadas en su significado.
Âtman, según el Vedanta, nunca puede ser observada, ni está sometida al tiempo y al espacio, pues es eterna, y nunca nació ni morirá, ni tiene atributos, ni desea ni quiere nada. Mi amigo consideraba que esas definiciones eran demasiado contundentes. Había que apreciar las sensaciones en nuestro interior, contactar con nuestra alma y que ésta se definiese con palabras contentas y tonificadas de nuevo.
Una vez definida el alma, la mente sería pues, la parte cognitiva de esa sustancia etérea y eterna.
Âtman parecía un ser, consciente y beatífico, de una manera u otra, inmutable, ocupando todo y habitando en cada cuerpo. Por otra parte, el espíritu, estaría dramáticamente comprometido en la ilusión temporal de la Creación (maya, o mundo mental), por lo que se supondría que su constitución era similar a la mente, y afectada por los gunas*.
El espíritu, en ese aspecto, sería ahamkāra como principio individualizador. Eso que llamamos el Ego, que se siente a sí mismo como una entidad distinta, separada. Aportando identidad a nuestro actuar. Pero en la actualidad, ese espíritu sería la misma mente o la mentalidad.
Entonces, actualizando los términos, el alma estaría haciendo funcionar el organismo, sería pues, el organismo funcionando, insistía mi amigo. Y el espíritu sería la mentalidad.
Para los antiguos sabios de la India estábamos constituidos por los cinco elementos de la naturaleza. Éramos y somos materia.
La envoltura anatómica correspondía a la tierra por su densidad. La fisiológica, al agua, por su dinamismo. La mental, por supuesto, al fuego, por su actividad. La intelectual o Buddhi, al aire, por su expansión. Y, Âtman, el alma estaría compuesta de éter: el elemento sin forma, vibrante y fundamento y esencia de todas las cosas materiales. En un concepto actualizado sería el espacio o el vacío, o el espacio tiempo. Según Einstein, puntualizó mi amigo, tanto el éter, el espacio-tiempo y el campo gravitatorio debían concebirse como una misma cosa.
Así pues, todo era materia. Pero, mi amigo recalcaba que en la materia ya existía la conciencia. Una cosa era la forma material y otra la información que pudiera contener. Como información entendemos la memoria de unas señales contenidas en ciertas frecuencias. Lo que le gustaba denominar “Idea” en mayúsculas. No una mera representación mental, advertía, sino una poderosa formación de señales. Esa Idea era, en su principio, como el Mahat* del Samkhya. Para mi amigo era el “Imaginario”, en mayúsculas, como el origen de las ideas y de las imágenes
La Idea implícita en la constitución de la materia, procuraba la conciencia como una voluntad que aglutinaba la información para poder realizar, con dichas leyes, las innumerables formas materiales. Todo parecía realizarse de forma mecánica, pero, gracias a nuestra facultad, podíamos entrever la conciencia universal porque al poseer una participación, nos dábamos cuenta de ello.
Cit, tal y como la habíamos definido antes, era la conciencia universal ligada al concepto de Mahat, el Gran Principio. Mientras que Citta sería el conjunto en dónde se contendría nuestra conciencia particular.
Âtman lo penetraba todo. Decía mi amigo, parafraseando al Vedanta, mientras señalaba que el organismo era un conjunto de órganos que sabían cómo funcionar porque les animaba una fuerza vital, o una energía cósmica…o, un alma, que lo comprendía todo.
El organismo, por tanto, era sabio, mientras que la mente no tenía ni idea de cómo funciona todo eso. Se separaba de su alma o de su esencia. Para poder entender el funcionamiento del organismo tenía que estudiar. Y para sentir su alma, tenía que intuirla con sinceridad. Explicaba mi amigo con carácter.
Para estudiar, dependíamos del universo mental que es el depósito de conocimientos que sobrevive en las diversas formas culturales. Supuestamente, la cultura aporta conocimientos por la cantidad de información que contiene. Existen varios niveles, pero lo que es cierto es que, si uno no estudia, sólo conocerá las cosas superficialmente.
Por otra parte, para sentir con sinceridad había que saber escuchar el corazón. Y, para ello, habría que silenciar el mundo mental. Por consiguiente, para estudiar dependíamos del mundo mental, pero, la escucha del corazón, era algo que nadie ni nada podía presentarse al examen por ti. Primero había que averiguar cómo se puede escuchar el corazón. Se tendría que enseñar antes la diferencia entre un pensamiento que provenga del mundo mental, y un pensamiento que proceda de un sentimiento desvelado.
Resultaba casi imposible silenciar el mundo mental. Pero, silenciarlo, decía mi amigo, no significaba que prescindieras de él. Sólo se requería que el mundo mental no estorbase.
Se sabe pensar con el corazón como algo innato en el ser humano. De hecho, miles de nuestros pensamientos son intuiciones del corazón, pero el mundo mental es muy poderoso y los somete a las ideas imperantes.
La gente, decía mi amigo, tiene espíritus, es decir, egos, que no desean saber nada nuevo. Algunos se encuentran en la más absoluta ignorancia, sólo por miedo a que algo, que no controlan, desestabilice su estructura mental. Normalmente, esos espíritus atacan las ideas que te piden que pienses y deduzcas las cosas atendiendo a la parte cognitiva del corazón. También, reseñó mi amigo, existe una tendencia espiritual que enseñaba a no pensar, a vaciar la mente. Pero la gente se quedaba con lo superficial de esa técnica y creían que todo pensamiento que circulaba era un ataque al estado ideal.
Pensar es necesario, como el respirar. Pero al igual que uno se enseña el pranayama y aprende a respirar correctamente, también se puede aprender a pensar como dios manda. Hay que recordar cómo se piensa con el corazón.
El corazón prescinde de las influencias del mundo mental. Esas influencias son ideas que provienen de la muerte. Tales ideas quedaron expeditas de su sentimiento. Eso significaba que las palabras pronunciadas perdían su aliento, su entereza y su alma, una vez despojadas de su principio original, que era que sirviesen para comunicar correctamente. Una vez solidificadas, en vez de palabras o ideas, eran piedras que construían muros. Los pensamientos que provenían de la muerte procedían de ideas que se mantendrían en el mundo mental, sencillamente, porque eran falsedades.
Las angustias, quimeras, resentimientos, deseos y aversiones; Los odios de todo tipo, raciales, elitistas y económicos; Los recelos, miedos, y estancados antojos; las manías, fantasías reprimidas y un largo etc. de sentimientos tóxicos alimentaban el pensar de la gente que no sabían realmente de dónde provenían los pensamientos tendenciosos.
Encima, indicaba mi amigo, la gran mayoría de espíritus, o, mejor dicho, de gente, eran fieles servidores de esas ideas provenientes de la muerte. Defenderían fanáticamente los credos e ideologías que aún pervivían, porque en el mundo mental se conservan las ideologías falseadas, incluidas las de todas las religiones.
Prácticamente, todas las creencias se solidifican si sobreviven en el universo mental. Pero, lo curioso de todo, era que algunas se habían falseado a propósito para que se mantuvieran en un mundo falso. Era un secreto que pocos habían entendido, decía mi amigo con una sonrisa cómplice.
Si los espíritus, como iba diciendo mi amigo, mantenían ideas falsas, nunca podrían entender una verdad que les señalara su falsedad. Porque la muerte, es decir, el mundo mental, es el mundo de las imágenes falsas. Volvía a recalcar mi amigo.
En el caso de mantenerse alguna virtud siempre estará falseada, o exagerada, o lo que es lo mismo, interesada en que cada cual, interprete el símbolo que representa. Lo que significa que es primordial que se piense con el corazón.
El mundo mental no sirve para encontrar verdades. Las verdades se disfrazan para sobrevivir en ese mundo, pues se codifican en símbolos que, a pesar del dios imposible, continuamente señalan el corazón.
*‘Órgano interno’, siendo antár: ‘interno’, y karaṇa: ‘causa’.
* Cit. Chit (Sánsc.) – Conciencia pura o abstracta. [Inteligencia, conciencia, mente, pensamiento, percepción, corazón]. Entre los yogis, Chit es sinónimo de Mahat, el primero y divino intelecto. Glosario Teosófico HPB
* Citta, Chitta (Tchitta) (Sánsc.) – Inteligencia, razón, pensamiento; mente; corazón; propósito; deseo atención, observación; idea. La materia mental (Véase: Chetas). Chetas (Sánsc.) – Mente, inteligencia, entendimiento, pensamiento, conciencia, razón, juicio, sensatez. Glosario teosófico HPB
*Âtman (Sánsc.) – El Espíritu universal, la Mónada divina, el séptimo Principio, así llamado,en la constitución septenaria del hombre. El Alma suprema. [El Espíritu, el Yo, el Yo superior o verdadero Yo. Âtman significa también: naturaleza, carácter, esencia, vida, aliento, corazón, alma, mente, inteligencia, pensamiento, hombre, el yo inferior, el cuerpo; ser, existencia, etcétera. Como adjetivo significa: propio, suyo, de uno mismo, etc.. Glosario Teosófico HPB
* Las gunas son las tres cualidades de las que está compuesto el universo: sattva rajas y tamas. Se hallan presentes en los distintos grados de la materia burda y sutil, incluyendo la mente y la energía del universo.
*Mahat o Mahant (Sánscrito).- Literalmente: “El grande”. Primer Principio de conciencia o inteligencia universales [o cósmicas]. En la filosofía puránica es el primer producto de la Naturaleza radical o Pradhâna (o sea el Mûlaprakriti); el productor del Manas (principio pensador) y del Ahankâra (egotismo o sentimiento del “yo soy yo” (en el Manas inferior). [Mahat es el nombre que, por antonomasia, se da al Buddhi o Mahâbuddhi, intelecto o principio intelectual. Significa también: grande, vasto, abundante, numeroso, considerable, poderoso, eminente, ilustre, etc.] (G.T. H.P.B.)
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macuillitochtli
Profesor de Tiempo Completo e Investigador de la Universidad Autónoma de Nayarit (PRODEP) y colaborador en el Instituto de Estudios Tecnológicos y Superiores "Matatipac" A.C. Experiencia en la Informática y Estadística, Tecnología Educativa y en las Ciencias Naturales y Biopsicosociales. Microsoft Partner (Microsoft 365). Estudios de los idiomas Inglés y Francés. Hobbies: Leer, jugar ajedrez y en algunas ocasiones (según el tiempo libre) jugar en PC (abernes), Xbox (abernesXbox360) o Playstation (abernesPSIII).